Este hábito de los padres brillantes contribuye a desarrollar en sus hijos: solidaridad, compañerismo, placer de vivir, optimismo e inteligencia interpersonal.
Los buenos padres hablan los padres brillantes dialogan. Hay un gran valle entre hablar y dialogar. Hablar es expresar el mundo que nos rodea; dialogar se refiere a expresar el mundo que somos. Dialogar es contar experiencias, es compartir secretos de lo que esta oculto en el corazón, es penetrar mas allá de las cortinas de la conducta y es desarrollar la inteligencia interpersonal (Gardner, 1995).
La mayoría de los educadores no puede traspasar esta cortina. De acuerdo con una investigación que realice, más del 50% de los padres nunca ha tenido el valor de dialogar con sus hijos acerca de sus miedos, pérdidas y frustraciones.
¿Como es posible que padres e hijos que viven bajo el mismo techo por años permanezcan completamente aislados unos de otros? Dicen que se aman, pero hacen pocos esfuerzos por cultivar el amor. Reparan la grieta en la pared y el problema con el automóvil, pero no se ocupan de las grietas emocionales y los problemas de relación.
Cuando un grifo gotea, los padres se preocupan por repararlo, ¿pero se toman el tiempo para dialogar con sus hijos y ayudarlos a reparar la alegría, la seguridad y la sensibilidad que se esta disipando?
Deberíamos adquirir el hábito de reunirnos cuando menos una vez a la semana con nuestros hijos para dialogar con ellos. Deberíamos darles libertad para que puedan hablar de si mismos, de sus aflicciones y de sus dificultades de relación con sus hermanos y con nosotros, sus padres. No puede imaginarse lo que estas reuniones pueden provocar.
Si los padres nunca les han contado a sus hijos sus sueños más importantes, ni han escuchado acerca de sus grandes alegrías y desilusiones, formaran un grupo de extraños y no una familia. No hay una formula mágica para construir una relación saludable. El diálogo es irremplazable.
Dentro de cada joven hay un mundo por descubrir, incluso dentro del más complicado y aislado. Muchos jóvenes son agresivos y rebeldes, y sus padres no se dan cuenta que están gritando a través de sus conflictos. Muchas veces, la conducta inadecuada es un clamor que implora la presencia, el amor y la atención de los padres.
Muchos síntomas psicosomáticos, como los dolores de cabeza o de estómago, también son gritos silenciosos de los niños. ¿Quien escucha? Muchos padres llevan a sus hijos con el psicólogo, que puede ayudar pero, en el fondo, lo que los hijos están buscando es el corazón de sus padres.
Dr. Augusto Cury
1 Escribe aqui tu comentario:
Me parece muy interesante lo que comentas, y muy real, a los padres nos cuesta mucho ponernos en la piel de nuestros hijos y cuando por fin nos damos cuenta de sus sentimientos, todo tiene sentido.
Un saludo!!
Publicar un comentario