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"Nadie educa a nadie; nadie se educa solo; los hombres se educan entre si, mediatizados por el mundo."
Paulo Freire

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viernes, 12 de noviembre de 2010

¿Estamos educando a través del deporte? Reflexiones para padres y entrenadores de niños deportistas


Autor: Antonio Jesus Casimiro Andújar


La realidad social de la infancia y juventud plasma la problemática de determinados hábitos de comportamiento en su estilo de vida, entre los que destacamos el sedentarismo, los hábitos alimenticios inadecuados y un elevado consumo de televisión y videojuegos. Como consecuencia de ello surgen una serie de patologías físicas y psíquicas. El deporte debe hacer frente a dicha realidad "virtual" en la que están inmersos nuestros escolares, favoreciendo más que nunca la educación de lo motriz frente al sedentarismo y propiciando relaciones interpersonales para evitar jóvenes aislados socialmente..
Los comienzos en educación multideportiva deben ser en el seno de la propia familia, ya que la primera escuela es la casa y los padres tienen que estar implicados en el afianzamiento de dichos hábitos saludables, para lo que necesitan una formación específica que evite contradicciones en la mente del escolar entre lo que se le dice en el colegio o club y la posible formación antagónica que pueda recibir en casa.
Una vez que los padres "apuntan"; a su hijo en una escuela deportiva, si las clases o entrenamientos son adecuados y resultan atractivos para los intereses del niño, supondrá una gran ventaja para conseguir jóvenes emancipados, debido a su mayor motivación intrínseca, favoreciendo que dicha actividad deportiva se pueda consolidar en un hábito para el futuro.
Tal como nos indica un excepcional profesor de la Universidad de Granada (Juan Torres, 2007) : las escuelas deportivas más que de poner a disposición de los jóvenes una serie de actividades de tiempo libre, deben tratar de prepararles para el uso de su libertad, de agudizar su curiosidad, de formar su juicio crítico, de educar en valores (individuales y sociales, como guía de su quehacer diario), para que sepan elegir, entre las múltiples ofertas que se les presentan, aquellas que enriquecen su personalidad a través de una práctica cotidiana de actividades físicas placenteras.
Así, la escuela deportiva, con un claro fin social y educativo, debe ser una auténtica escuela de civismo y solidaridad, donde prime el proceso más que el producto (resultado) y favorezca un aprovechamiento constructivo, activo y saludable del tiempo libre del joven. O sea, un lugar que va mucho más allá de un espacio deportivo con pelotas, raquetas, balones, colchonetas...
Nos encontramos inmersos en un sobredimensionamiento del fenómeno deportivo, donde prima el éxito y se idolatra a los deportistas famosos, no solo por dichos méritos sino también por su prestigio, dinero; Todos sueñan con llegar a ser como Nadal, Casillas, Gasol, Iniesta... Por cierto, ¡qué grandes ejemplos de valentía, profesionalidad, respeto, humildad! Pero su talento es inalcanzable para la mayoría de los humanos.
Al niño, que no es un "hombre en miniatura", por sus claras diferencias funcionales, no se le pueden aplicar sin más los modos de aprendizaje del adulto, ni realizarle un entrenamiento adaptado, disminuyendo simplemente la carga.
Sin embargo, hemos de ser conscientes que las lagunas que queden en su esquema motor, más adelante serán muy difíciles de corregir, ya que el niño de 6 a12 años es una auténtica esponja psicomotriz.
En el entrenamiento infantil se deben anteponer los objetivos educativos, aunque su consecución sea a medio y largo plazo, a otros objetivos más puntuales pero con menos proyección en la formación deportiva del niño, ya que dicha formación es un proceso largo y complejo que no conviene acelerar en aras sólo del éxito inmediato.
A veces se acelera el proceso porque el entrenador, o incluso los mismos padres, pretenden ser ambiciosos, exigiendo programas acelerados y rendimientos a corto plazo, sin tener en cuenta las necesidades y aspiraciones de los niños (éste vive el presente mientras algún padre o entrenador está pensando en su futuro).
La clave no está en el qué enseñar (competencia y rendimiento motriz) sino en el cómo enseñar, ya que el deporte no es intrínsecamente educativo. La educación se debe conseguir a través de una correcta actuación pedagógica del profesor, que favorezca su autonomía personal y compromiso social.
En este sentido, al niño hay que educarle deportivamente en tres vertientes (Velázquez, 2007)

  • Como practicante: que asimile y desarrolle conocimientos, capacidades y actitudes para aprender destrezas deportivas, valorar aspectos relacionales, relativizar éxitos y fracasos.
  • Como espectador: respeto a rivales y árbitros, valorar el juego limpio, saber interpretar el juego.
  • Como consumidor: que sea crítico ante determinados aspectos mercantilistas (marcas de prendas deportivas, raquetas). Esta función educativa es tremendamente importante ya que a veces observamos, durante las competiciones deportivas en edades tempranas, a personas adultas "dirigiendo-entrenando" a jóvenes deportistas, donde su único fin parece ser la victoria por encima de todo, pareciendo más un fanático aficionado que un educador-pedagogo.

Un buen monitor/profesor en el deporte base debería basar su proceso de enseñanza-aprendizaje en las siguientes directrices psico-pedagógicas:
  • Debe tener presente que educar no es adiestrar y que sus acciones tienen más fuerza que sus palabras (modelo a imitar por los niños).
  • Si está poco motivado, tiene pocos conocimientos técnicos y/o pedagógicos o si crea demasiado estrés psicofísico en los niños, favorecerá el abandono precoz de los mismos.
  • Favorecer la educación en valores individuales y sociales (respeto, control de impulsos, juego limpio, superación ante adversidades, aceptación de compromisos, personalidad, esfuerzo, voluntad, disciplina, coraje, trabajo en equipo, cooperación, solidaridad, etc.).
  • Potenciar el diálogo, la socialización y la coeducación, donde no se encuentren elementos de discriminación.
  • Mejorar su capacidad crítica y reflexiva, vivenciando las consecuencias de sus actos e intentando disminuir el grado de insatisfacción que provocan las derrotas o fracasos- Trasladar el respeto a normas, compañeros y árbitros.
  • Favorecer la participación y presentar tareas asequibles a las posibilidades de cada uno.
  • Primar la satisfacciónpor el movimiento y el juego, basando el programa en los intereses y necesidades de los niños, principalmente loslúdicos (propiciar "caras felices").
  • Se deben respetar las reacciones fisiológicas y psicológicas del desarrollo, rechazando las máximas exigencias en edad infantil, siendo mejor cargas livianas y frecuentes queentrenamientos intensos y distantes. A veces el mejor entrenamiento es un buen descanso.
  • Favorecer la funcionalidad de los aprendizajes (inteligencia motriz) y la comprensión mental de la actividad, lo que repercutirá en un aumento de la motivación, disposición y autonomía. Antes de ejecutar es importante comprender, teniendo presente que nunca el tecnicismo debe superar el trato humano.
  • Se debe potenciar la capacidad creativa y productiva del niño, evitando la especialización precoz (al igual que una manzana no se debe recolectar a mitad de su maduración, pues nunca tendría el mismo sabor que si la dejáramos madurar libremente).
  • Dar la posibilidad de jugar sin imposición de resultados. La competición debe tener un enfoque pedagógico, debe ser un medio y nunca un fin en sí misma, ya que una medalla no valemás que la salud integral de un niño.
  • Resaltar la importancia de una buena relación afectiva con los jugadores alumnos, evitando las críticas negativas y manteniendo siempre una buena educación ante ellos (no sirve de nada sabermucho si después no sabes "llegar" al niño). Por tanto, no hay que excederse en gritos o en críticas, ya que éstos pierden su efectividad cuando se hacen habituales, pudiendo ser útiles en momentos determinados.
  • Es muy conveniente favorecer la autoestima del niño, corrigiendo y aplaudiendo las cosas bien hechas, pero siempre debemos mantenernos equilibrados emocionalmente (no ser un "hincha").
  • Tener paciencia y motivar siempre, siendo conscientes de la importancia de dar continuamente conocimiento de los resultados (feed-back externo), durante y después de la ejecución (no sólo cómo lo han hecho, sino cómo mejorar y si saben detectar por sí solos los errores).
  • Todos los entrenamientos deberán estar totalmente preparados, evitando la improvisación, debiendo ser analizados al final("toda experiencia vivida que no es reflexionada, no sirve para nada").

Fuente:
  • http://www.inderef.com/content/view/138/110/1/0/

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