Este hábito de los padres brillantes contribuye a desarrollar en sus hijos: respeto por la vida, esperanza, perseverancia, motivación, determinación y capacidad de cuestionarse a si mismos, de superar los obstáculos y fracasos.
Los buenos padres toleran algunos errores de sus hijos; los padres brillantes nunca se rinden para combatirlos, incluso si sus hijos los desilusionan, cometen errores, no los valoran y se sumergen en los valles de los trastornos emocionales.
El mundo puede no tener fe en nuestros hijos, pueden pensar que no lograran nada en la vida, pero si somos padres brillantes y creemos en ellos, tratamos de ver lo que nadie ve y buscamos el oro detrás de sus fracasos, habrá dulzura detrás de la arrogancia, sensibilidad detrás de la agresividad y amor por la vida en un joven que contempla suicidarse. ¿Es usted capaz de encontrar esto?
Los padres brillantes son sembradores de ideas y no son dominantes con sus hijos.
Labran el terreno de su inteligencia y esperan que un día sus semillas germinen. Puede haber desolación durante la espera, pero si las semillas son buenas, un día germinarán. Aun si los hijos consumen drogas, no tienen respeto por la vida y desprecian su futuro, un día
regresarán.
Quizás algunos padres estén llorando mientras leen este libro. Llorando porque sus hijos
están pasando por crisis profundas. Algunos de ellos no se dejan ayudar, se aíslan dentro de
su mundo enfermo, son autosuficientes y maestros de la necedad. ¿Que deben hacer?
¿Rendirse? ¡No!
Los padres solían ser autoritarios; hoy en día, los hijos lo son. Los maestros solían ser
héroes para sus alumnos; hoy en día, son las victimas de sus estudiantes. A los jóvenes no les gusta que los contradigan. Nunca en la historia habíamos visto a los adultos ser tan dominados por los niños y los jóvenes. Los hijos se comportan como reyes cuyos deseos deben ser cumplidos de inmediato.
En primer lugar, los padres deben aprender a no tener miedo de decir “no” a sus hijos. Si
ellos no escuchan un "no" de sus padres, no estarán preparados para escuchar un “no” de la
vida. No tendrán oportunidad de sobrevivir.
En segundo lugar, cuando los padres dicen “no” a sus hijos, no deben ceder al chantaje y a
la presión que estos ejercen. De otro modo, sus emociones se volverán un balancín: serán
dóciles un momento y explosivos al siguiente; estarán felices un momento y malhumorados al siguiente. Si son inestables y chantajistas en un medio social, serán excluidos del mismo.
En tercer lugar, los padres deben dejar muy claro que puntos son negociables y que
límites no lo son. Por ejemplo, irse a la cama después de medianoche durante la semana de
escuela es inaceptable y, por lo tanto, no negociable. Por otra parte, se puede negociar la
cantidad de tiempo para Internet y para los juegos.
Si los padres incorporan los hábitos de educadores brillantes que he mencionado, serán
capaces de contradecir, establecer límites y eliminar el temor a decir "no" a sus hijos. Sus
reproches, berrinches y crisis no serán destructivos, sino constructivos.
Vivimos en tiempos difíciles. Las reglas y el consejo psicológico ya no parecen ser
eficientes. En todo el mundo, los padres se sienten perdidos, sin un centímetro de terreno
para caminar y sin herramientas para penetrar en el mundo de sus hijos. De hecho,
conquistar el planeta psíquico de nuestros hijos es tan complejo como conquistar su planeta
físico. Actuar con base en la inteligencia es un arte que pocos aprenden.
Me gustaría aclarar que los hábitos de los padres brillantes revelan que nadie se gradúa en
la educación de los hijos. Aquellos que dicen "yo se" o "no necesito la ayuda de nadie" ya han sido derrotados de antemano. Para educar, siempre debemos aprender y conocer la palabra paciencia en toda su plenitud. Quienes no tienen paciencia se rinden; quienes no pueden aprender, tampoco pueden encontrar rutas inteligentes. Infortunados son los psiquiatras que no aprenden de sus pacientes. Infortunados son los maestros que no aprenden de sus alumnos y no renuevan sus herramientas. La vida es una gran escuela que enseña poco a aquellos que no saben leerla.
Como la vida es una gran escuela, los padres deben tratar de entender los hábitos de los
maestros fascinantes que describiré a continuación. Les serán útiles en su viaje. Los padres y
los maestros son socios en la fantástica tarea de educar.
Dr. Cury
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