Los objetivos de esta técnica son: desarrollar la socialización, estimular el afecto, crear puentes productivos en las relaciones sociales, estimular la sabiduría, superar los conflictos y valorar el “yo”.
Antes del siglo XVI, los estudiantes vivían con sus maestros. Dejaban a sus padres cuando eran niños o adolescentes, y aprendían una profesión como herrero, productor de vinos, etc.
Muchos de ellos pagaban un precio emocional muy alto, porque eran separados de sus padres desde los 7 a los 14 años, lo que lastimaba su relación de afecto con ellos.
Cuando las escuelas comenzaron a extenderse, hubo un gran salto emocional porque, además de la ganancia educacional que los niños tenían en la escuela, regresaban cada día a casa con sus padres. Su afecto mutuo creció. Los padres abrazaban a sus hijos todos los días.
En Francia aparecieron palabras como chéri (querido). Incluso cambió la arquitectura de las casas. Aparecieron los salones laterales para que los extraños no invadieran el espacio íntimo de la familia.
Tan pronto como las escuelas se diseminaron, se propiciaron las relaciones sociales. Fue un buen comienzo. La familia era una fiesta. Los padres tenían tiempo para sus hijos, y los hijos admiraban a sus padres. Pero en los siglos siguientes, las relaciones se volvieron muy distantes. Hoy en día, los padres y los hijos casi no tienen tiempo de hablar. ¿Y que hay de las relaciones escolares? Ahí es peor.
Los maestros y los alumnos comparten el espacio de un salón de clases, pero no se conocen. Pasan años juntos, pero son extraños entre sí. ¿Qué tipo de educación es esta que le resta importancia a la emoción y niega la historia existencial?
Los animales no tienen una historia porque no se dan cuenta que son únicos en el mundo, pero los seres humanos captan esta diferencia y, por lo tanto, construyen una historia y transforman el mundo (Freire, 1998). Las escuelas de pedagogía fracasan porque no estimulan a los maestros a humanizarse en el salón de clases. Humanizar el conocimiento es fundamental, y humanizar a los maestros es primordial.
Las computadoras podrán informar a los alumnos, pero sólo los maestros son capaces de formarlos. Sólo ellos pueden estimular la creatividad, la superación de los conflictos, el encanto por existir, la educación para la paz, para el consumo y para el ejercicio de los derechos humanos.
Queridos maestros, cada uno de ustedes tiene una historia fascinante que incluye lágrimas y alegrías, sueños y frustraciones. Cuenten esta historia a sus alumnos en pequeñas dosis a lo largo del año. No se escondan detrás del gis o de su material. De otra forma, los temas transversos -responsables de educar para la vida, como la educación para la paz, para el consumo, para el tráfico y para la salud- serán una utopía; estarán dentro de la ley pero no dentro del corazón.
La educación moderna esta en crisis porque no esta humanizada; separa a los pensadores del conocimiento, a los maestros de la materia, a los estudiantes de la escuela; en otras palabras, separa al sustantivo del objeto. Ha creado jóvenes lógicos, que saben lidiar con los números y las máquinas, pero no con las dificultades, los conflictos, las contradicciones y los retos. Por eso rara vez produce excelentes ejecutivos y profesionales que abandonan la monotonía y hacen la diferencia.
Muchos de ellos pagaban un precio emocional muy alto, porque eran separados de sus padres desde los 7 a los 14 años, lo que lastimaba su relación de afecto con ellos.
Cuando las escuelas comenzaron a extenderse, hubo un gran salto emocional porque, además de la ganancia educacional que los niños tenían en la escuela, regresaban cada día a casa con sus padres. Su afecto mutuo creció. Los padres abrazaban a sus hijos todos los días.
En Francia aparecieron palabras como chéri (querido). Incluso cambió la arquitectura de las casas. Aparecieron los salones laterales para que los extraños no invadieran el espacio íntimo de la familia.
Tan pronto como las escuelas se diseminaron, se propiciaron las relaciones sociales. Fue un buen comienzo. La familia era una fiesta. Los padres tenían tiempo para sus hijos, y los hijos admiraban a sus padres. Pero en los siglos siguientes, las relaciones se volvieron muy distantes. Hoy en día, los padres y los hijos casi no tienen tiempo de hablar. ¿Y que hay de las relaciones escolares? Ahí es peor.
Los maestros y los alumnos comparten el espacio de un salón de clases, pero no se conocen. Pasan años juntos, pero son extraños entre sí. ¿Qué tipo de educación es esta que le resta importancia a la emoción y niega la historia existencial?
Los animales no tienen una historia porque no se dan cuenta que son únicos en el mundo, pero los seres humanos captan esta diferencia y, por lo tanto, construyen una historia y transforman el mundo (Freire, 1998). Las escuelas de pedagogía fracasan porque no estimulan a los maestros a humanizarse en el salón de clases. Humanizar el conocimiento es fundamental, y humanizar a los maestros es primordial.
Las computadoras podrán informar a los alumnos, pero sólo los maestros son capaces de formarlos. Sólo ellos pueden estimular la creatividad, la superación de los conflictos, el encanto por existir, la educación para la paz, para el consumo y para el ejercicio de los derechos humanos.
Queridos maestros, cada uno de ustedes tiene una historia fascinante que incluye lágrimas y alegrías, sueños y frustraciones. Cuenten esta historia a sus alumnos en pequeñas dosis a lo largo del año. No se escondan detrás del gis o de su material. De otra forma, los temas transversos -responsables de educar para la vida, como la educación para la paz, para el consumo, para el tráfico y para la salud- serán una utopía; estarán dentro de la ley pero no dentro del corazón.
La educación moderna esta en crisis porque no esta humanizada; separa a los pensadores del conocimiento, a los maestros de la materia, a los estudiantes de la escuela; en otras palabras, separa al sustantivo del objeto. Ha creado jóvenes lógicos, que saben lidiar con los números y las máquinas, pero no con las dificultades, los conflictos, las contradicciones y los retos. Por eso rara vez produce excelentes ejecutivos y profesionales que abandonan la monotonía y hacen la diferencia.
Permítame insistir nuevamente en este punto. La educación esta mal fundamentada a nivel mundial. Las escuelas se crearon sin una comprensión profunda de los roles de la memoria y el proceso de construcción de pensamientos. Aun cuando no disponemos de datos estadísticos, creo, como dije antes, que nunca recordaremos al menos el 90% de la información que aprendemos en el salón de clases.
Hemos atestado la memoria y no sabemos que hacer con tanta información. La memoria se especializa en sostener el florecimiento de nuevos pensamientos y la creatividad de la inteligencia. Demos menos información y crucemos más nuestras historias.
Existen muchas escuelas que sólo se preocupan por preparar a los estudiantes para las mejores universidades. Cometen un error, porque únicamente se enfocan en este objetivo.
Aun cuando sus estudiantes entren a las mejores escuelas, al salir pueden tener enormes dificultades para resolver sus retos profesionales y personales.
El sistema educacional está enfermo. Vaya más allá del contenido pragmático. Yo pido a los maestros que hagan un espacio para humanizar el conocimiento, humanizar su historia y estimular el arte de la duda. Sus alumnos no sólo avanzaran intelectualmente, también tendrán ventajas competitivas. ¿Cuáles?
Serán emprendedores, sabrán cómo elegir, tomar riesgos para realizar sus metas y soportar con dignidad los inviernos de la vida. Serán más saludables emocionalmente, tendrán menos probabilidades de desarrollar conflictos y de necesitar tratamiento psicológico.
Fuente:
- Dr. Augusto Cury, Padres brillantes, Profesores fascinantes
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Que cierto...
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